Refugios y protección personal: La última línea de vida en faena
- redesautomining
- 11 ago
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Refugios mineros, EPP certificados y protocolos de control son parte de un ecosistema de protección que debe funcionar sin fisuras. Expertos en terreno advierten: no basta con tener equipos, es esencial usarlos correctamente y asegurar que cada medida de resguardo esté pensada desde la prevención, no desde la reacción.

Cuando ocurre un accidente en una faena subterránea, el margen de maniobra es mínimo. Y, muchas veces, inexistente. Por eso, las estrategias de prevención y mitigación no solo deben ser robustas, sino también precisas y ejecutadas sin titubeos. Así lo evidenció la reciente tragedia en la División El Teniente, donde seis trabajadores perdieron la vida tras un derrumbe a más de 900 metros de profundidad.
“El accidente nos recuerda que la seguridad en minería no admite relajo”, sentencia Iván Silva, integrante de la brigada de emergencia y rescate de El Teniente, en entrevista con Canal 24 Horas. “Los accidentes mineros por lo general no dan segundas oportunidades”, afirmó. Desde su experiencia, subraya que la división tiene identificados 23 riesgos críticos, muchos de ellos documentados tras accidentes fatales o graves ocurridos en el pasado.
Una de las claves para enfrentar esos riesgos son los elementos de protección personal (EPP). Desde mascarillas para polución hasta sistemas de respiración autónoma en zonas confinadas, su función no es evitar el riesgo —eso es tarea de los controles operacionales— sino proteger al trabajador cuando todo lo demás ha fallado.
“El EPP es la última barrera”, explica Iván Silva. “Cuando ya no tuve nada más que hacer en esta jerarquía de control, y se produce un accidente, el equipo me va a tratar de proteger para no tener grandes consecuencias”.
Rodrigo Gallardo, director de ventas y servicios de Dräger Chile, agrega que no basta con entregar implementos. “La certificación garantiza que el equipo respondió a pruebas rigurosas. Pero también importa que su uso sea el adecuado. Un error de mezcla, como unir una máscara con un cilindro incompatible, podría ser fatal”.
Por su parte, Ariel Rodríguez, jefe del equipo de protección individual del ISP, advierte sobre un riesgo silencioso: la falsa sensación de seguridad. “Poner a alguien en una zona de riesgo creyendo que está protegido, cuando no lo está, es incluso más peligroso que no entregarle un equipo”, explica. Por eso, insiste en que el punto de partida debe ser siempre la evaluación de riesgo del lugar de trabajo.
Pero los EPP no son la única línea de defensa. En minería subterránea, los refugios mineros cumplen un rol crucial. Pensados como espacios de contención en caso de derrumbe, emanación de gases o incendios, estos habitáculos están diseñados para preservar la vida por al menos 48 horas.
“En interior mina, la imposibilidad de evacuar rápidamente gases tóxicos convierte esos ambientes en mortales. Por eso es vital que las personas puedan ingresar a un refugio seguro mientras esperan condiciones favorables o el rescate”, explica Gallardo.
Iván Silva complementa: “Los refugios modernos permiten manejar la atmósfera interior. Cuentan con aporte de oxígeno, purificadores de aire, absorbentes de CO2 y humedad. Son la diferencia entre la vida y la muerte”.
Desde Automining, pese a operar en faenas de rajo abierto, la reflexión también caló hondo. Para Luis De La Puente, jefe del área de Prevención de Riesgos, el uso de tecnologías y protocolos rigurosos no es una opción, sino una obligación: “Integrar tecnología en los procesos preventivos no solo optimiza las operaciones, también nos permite anticipar riesgos con mayor precisión. En Automining, entendemos que la seguridad comienza con una buena decisión, y eso implica datos, monitoreo y acción oportuna.”




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