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Johan González: La cueca como escuela de vida y seguridad en la minería

  • Foto del escritor: redesautomining
    redesautomining
  • 11 sept
  • 4 Min. de lectura

Johan, asesor HSE de Automining, ha hecho de la cueca un camino de identidad y disciplina que hoy conecta con su labor en la seguridad minera.

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Desde muy pequeño, Johan González estuvo ligado al mundo del folclor. “Mis papás me llevaban a eventos donde comencé a bailar todo tipo de danzas de las distintas zonas geográficas de Chile”, recuerda. Aquellas primeras experiencias marcaron un camino que con el tiempo se convertiría en parte esencial de su vida. La música, el baile y la cultura tradicional se transformaron en un espacio de aprendizaje, disciplina y pertenencia que hoy se entrelaza con su rol como asesor en seguridad en Automining.


El destino quiso que la cueca también fuera el puente hacia su vida personal. “Ya de más grande, conocí a mi pareja bailando cueca, y juntos empezamos a involucrarnos aún más en este hermoso mundo”, relata. El año 2015 significó un antes y un después: la pareja participó en el Campeonato Nacional Adulto de Arica, uno de los más prestigiosos del país. “Allí conocimos grandes amigos con quienes hasta el día de hoy mantenemos una linda amistad, además de recorrer gran parte de Chile en diferentes muestras y presentaciones”. Esa experiencia no solo consolidó su amor por el baile, sino que abrió un camino de proyección nacional.


Más adelante, representaron a la Región de Antofagasta en el Campeonato Nacional de Clubes de Cueca y Folclor en la comuna de Río Negro, otra vivencia que Johan describe como “igualmente enriquecedora”. La cueca, más que una competencia, se convirtió en un espacio de comunidad y de construcción de identidad. En cada escenario, había más que pasos y música: estaba presente la historia, la tradición y el orgullo de representar a su tierra.


El viaje de Johan y su pareja no se detuvo allí. Al radicarse en Curicó recibieron la invitación a integrar el Ballet Folclórico Alma Cuequera, con el que alcanzaron una de las experiencias más significativas de su trayectoria: viajar al extranjero como grupo invitado al Campeonato Mundial de Cueca en Bruselas. “Allí compartimos y forjamos lazos con muchos chilenos residentes en el exterior”. El folclor chileno se convirtió en un embajador cultural y en una carta de identidad que traspasó fronteras.

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El eco de Bruselas abrió nuevas puertas. Amigos en Alemania los invitaron a realizar talleres de cueca en Berlín, y al año siguiente viajaron junto a su hija para compartir la tradición con comunidades de Suiza, España, Francia y Alemania. “Sin duda, una vivencia inolvidable”, sintetiza Johan, subrayando cómo la cueca no solo es danza, sino también un lenguaje universal de encuentro y pertenencia.


Hoy, Johan y su familia dirigen su propia academia, enseñando cueca a niños, jóvenes y adultos. Además, forman parte del Club Pasión y Tradición de Curicó, con el que se han presentado en escenarios de gran relevancia como la Fiesta de la Vendimia y la Fiesta de la Chilenidad. “Soy agradecido de la cueca porque gracias a ella conocí a mi mujer, formamos una hermosa familia junto a nuestra Marti y nuestro Facu que también están siguiendo nuestros pasos, tenemos grandes amistades y, sobre todo, hemos vivido experiencias que jamás olvidaremos”. Para Johan, cada ensayo y cada clase es una oportunidad de transmitir identidad y valores a nuevas generaciones.


Ese sentido formador lo conecta con su labor en Automining. En paralelo a su vida cultural, Johan se desempeña como asesor HSE, llevando la disciplina de la danza a la seguridad minera. Para él, la conexión entre cueca y prevención es clara: ambas requieren constancia, respeto por las reglas y compromiso colectivo. “Así como en la cueca cada paso importa y el trabajo en pareja es clave, en la seguridad minera cada decisión cuenta y cuidar al compañero es fundamental”. Esa mirada lo ha llevado a promover la cultura preventiva en la empresa, destacando que la seguridad no es un trámite, sino un principio que se vive en cada acción.


En Automining, Johan lidera capacitaciones, acompaña en terreno a los equipos y busca generar confianza para que los trabajadores tomen decisiones seguras. “Nuestro trabajo no es solo cumplir con normas, es proteger vidas, igual que en la danza cuidamos al compañero para que cada movimiento fluya”. Asegura que, del mismo modo que en el escenario la coordinación y el respeto mutuo son esenciales, en la faena minera la confianza entre compañeros es la base para prevenir riesgos y alcanzar metas.

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La cueca le enseñó que la identidad se construye con constancia y que el respeto por la tradición fortalece a la comunidad. Esa misma enseñanza la aplica en Automining, donde impulsa a sus compañeros a no dar nada por sentado, a mantenerse siempre atentos y a valorar el trabajo en equipo como la base de un entorno seguro. Para Johan, transmitir valores es tan importante como aplicar protocolos: “La seguridad no puede verse como un papel firmado, debe sentirse como una responsabilidad compartida”.


Con más de una década dedicada al folclor y una trayectoria profesional marcada por la prevención de riesgos, Johan González es hoy un ejemplo de cómo la vida personal y laboral pueden dialogar en torno a principios comunes. Su historia demuestra que la seguridad y la cultura no son mundos separados, sino expresiones de un mismo legado: cuidar lo que somos y lo que compartimos.


En la portada de septiembre, Johan nos recuerda que la minería también se construye desde las personas, sus pasiones y sus historias. Y que así como la cueca lo llevó a escenarios nacionales e internacionales, su vocación por la seguridad lo impulsa a liderar con compromiso en Automining. Una vida guiada por la música y por la convicción de que cada paso —en la danza y en la faena— cuenta para llegar sanos y orgullosos al final del camino.

 
 
 

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